El dilema de Addy [Primera parte]



- Lo tenías todo, mamón, lo tenías todo, y lo echaste a perder.
- Cállate... -Addy respondió a su acompañante sin perder de vista lo que durante tantos años había sido su patria-
- Aquella chica te amaba con toda su alma y su corazón, y permitiste que tus demonios y tus fantasmas te la arrebataran. Mírate ahora, vestido con harapos, con las mejillas llenas de lágrimas y los ojos rojos. Eres estúpido.
- ¡Que te calles! -Aquella vez sí miró hacia el jinete que se encontraba junto a él. Su montura se encabritó- No hay vuelta atrás, tengo lo que me merezco y así he de soportarlo, ¿Qué hago si no?
- Ay, amigo, tan listo y a veces tan tonto. Te he dicho que aquella chica te amaba, y un amor tan puro como el suyo no es fácil de olvidar, te sigue queriendo, y si buscas dentro de ti, sabrás que realmente es así. La acusaste de algo que no cometió, la perseguiste por un campo de maíz jurando a los Dioses que acabarías con ella como demostraras que había cometido adulterio, y aun así, cuando los guardas te cogieron y te levantaron como a una pluma para echarte de una patada en el culo al estercolero fuera de la ciudad, ella se preocupó por ti y te arrojó desde las murallas el saco de monedas que te cuelga del cinto, puede que su intención fuera darte en la cabeza y dejarte más tonto de lo que ya de por sí eres, pero lo dudo. Te quiere, y que me entre un mandoble por el recto ahora mismo si miento. Si te plantas allí y demuestras cuán equivocado estabas y cuán estúpido eres, no durará en arrojarse de nuevo a tus brazos.
- Parece que se te olvida que su propio padre puso precio a mi cabeza si me volvía a ver por los alrededores.
- De acuerdo, pero entonces debes dejar de actuar como un idiota y esperar, estudiar los cambios de la guardia de la ciudad, su recorrido y todo lo que te haga falta, y colarte en la ciudad cuando tengas ocasión, entonces, como una sombra, llegar hasta tu bella dama y... -El jinete pareció sentir repentina curiosidad por el interior de su oreja izquierda, la cual rascó meticulosamente con un meñique- Na, es broma, no tienes la sutileza necesaria para una misión así, además, las aventuritas de habilidosos pícaros capaces de burlarse de una guarnición entera para robarle los calzones usados a las doncellas es mejor dejárselas a los bardos.
- -El chico estaba empezando a hartarse de las molestas mofas de su compañero- No sé por qué cojones te traje conmigo, me insultas cuando deberías estar llorando junto a mi.
- Eres terco como una mula vieja, no me mires con esa cara de querer asesinarme, es verdad, te estoy diciendo que lo tuyo tiene solución. Bieeeen, he jugado un poco contigo, eso no te lo negaré, pero no te miento cuando te digo que tu querida Cateline está deseando volver estampar sus morros contra los tuyos, desnudarte con la ferocidad de un león y cabalgarte como tanto te gustaba.
- Qué mierda sabrás tu.
- Eso, qué mierda sabré yo. -El caballero se echó a reír-
Escrito por : Unknown
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