El último adiós


Las Jinetes se están acercando, y esta realidad se fundirá como todas las anteriores. El velo comienza a rasgarse, e incluso los habitantes de esta dimensión están empezando a sentir el cambio.
He estado haciendo cálculos. Según el ritmo al que se expande la brecha, llegarán para la próxima Conjunción de las Dos Lunas.
Este universo dejará de existir el mismo día que ocurre un evento inusual. Igual que pasó en todos los universos predecesores. Igual que pasó en el nuestro, en la Noche de la Alineación.
¿Te acuerdas de aquellos días, Julianne?
Los colores eran vivos, los olores transmitían memorias del pasado y los sentimientos aparecían con el fervor de la adolescencia. Hasta que aparecieron ellos. Mensajeros de la ruina, heraldos del terror, serafines del apocalipsis.
Todavía recuerdo el día en el que aquellos cuatro seres espectrales salieron de la rotura en el firmamento que presumíamos inofensiva. Recuerdo el chirrido que emitían sus articulaciones cadavéricas y el deseo de huir lejos, sin saber realmente dónde.
Todo pasó tan rápido... No tuvimos tiempo de despedirnos. Una mirada fue todo lo que nos quedó. Una mirada que ambos supimos interpretar como una forma de agradecernos mutuamente los años compartidos.
Mis ojos vieron cómo te fundías, y mis lágrimas desearon correr por el rostro que desaparecía al unísono con el resto del universo.
No sé cuánto tiempo pasó, ni realmente cómo ocurrió, pero mi esencia perduró, y halló la forma de escapar de aquel fatídico destino.
Y así me descubrí en otra realidad, con un cuerpo que difería en pequeños matices al que una vez había sido el mío, y evocándote como un recuerdo concebido hacía eones.
Desde ese momento dediqué aquella nueva existencia a buscarte, creyendo que, si yo había sido capaz de escapar del apocalipsis, quizá tú habrías corrido la misma suerte.
En el camino aprendí sobre el Círculo. Así lo llamaban en los escritos de civilizaciones pretéritas. Nuestro destino se veía compartido con el de todas las dimensiones: Para poder nosotros existir, otras realidades tenían que desaparecer, y con cada desaparición se formaba un nuevo universo lleno de almas errantes. Las almas de aquellos que se disolvían junto a las realidades.
Así aprendí la auténtica naturaleza de los Jinetes. Así aprendí a aceptar el destino. Y con ello, aprendí a perdonarme por haberte perdido.
De esa forma decidí que esta vez abrazaría el final con deseo, y aunque me aterre la idea de volver a desaparecer, esperaré con paciencia al Círculo. Porque esta vez ni la crueldad infinita de los cuatro destructores será capaz de quebrar mi espíritu.
Quizá, en algún futuro, volvamos a coincidir en una dimensión. Si eso ocurre, te contaré todo aquello que deseo y que no cabe en esta carta. Hasta entonces, Julianne, me conformaré con escribirte cada vez que necesite sentirte cerca de mí.

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